domingo, 30 de marzo de 2014

Dame un verso


 Te grito desde lo alto de mi corazón,
Que a estas alturas está ya en el subsuelo,
Para que vengas a darle cuerda de nuevo
A mi reloj de arena que sin ti se ha parado.
Sin embargo,
¡Dame un verso, mi amor
Uno solo, y todo estará perdonado!
Y tú me miras, pero como sin mirarme,
Porque me miras, me miras y no me ves.
Y a mí se me clavan tus ojos en el costado
Como hierro incandescente que son,
Haciéndome arder como un tronco viejo y seco,
Seco, roído y vuelto del revés.
Soy como una triste carta sin botella lanzada a la mar
Que se pierde empapada después de mucho vacilar
En el dulce eco de tu amargo aroma si no estás
Y que se escucha a veces con el viento pasar;
El viento que hace que no te veo,
El tiempo que juega a correr y me envenena,
El silencio que truena desde que no te tengo,
Desde que ya no me das una de cal y cuarenta de arena.
Sin embargo,
¡Dame un verso, mi amor
Solo uno, y todo estará perdonado!
Que mi piel no tiene sentido si la tuya no la toca
Ni mi boca función si no eres tú acaso quien la provoca,
Y es por eso que te pregunto sorprendida al oído,
Mas todo ello sin decir una palabra
¿Cómo sigue girando el mundo y no se escalabra
Si ya no existen los besos que antes me regalabas?
Pero me quedo con la duda el resto de mis días,
Y malgasto la última vida de las siete que me quedaba
 En precipitarme desprovista de razones por el barranco
Sin saber que hasta en el fondo también estás tú.
Y es que no hay más misterio que el que yo soy tuya,
Que yo soy tuya, y tú, tú no quieres ser de nadie.
Sin embargo,
¡Dame un verso, mi amor
Uno solo, y todo estará perdonado!

No hay comentarios:

Publicar un comentario