martes, 23 de julio de 2013

No me costará llegar al 15 de septiembre.

-No debería besarte, entre otras cosas porque no quiero.
-Hay tantas cosas que no debes hacer y haces...
-Dicho así suena perverso.
-Lo es.
-Estoy segura de que además te equivocas de labios. Estos ya no son míos. Ya no me pertenecen, son solo suyos.
-Yo los veo igual que siempre.
-El cambio es imperceptible a la vista.
-Te brillan los ojos. Estas muy bella. ¿Es amor o un simple capricho de los sentidos?
-Eso te lo podría preguntar yo a ti, si no supiera ya que solo soy un capricho para tu persona. Ella es diferente, pero no seas tan literal... Nunca me escuchas cuando te hablo, ¿Verdad? No te importa nada más que tú. Sepárate. No voy a besarte.
-Te empeñas en mantenerte tan lejos la lujuria todo el tiempo, pareces tan de piedra a veces.
-Nada mas lejos de la realidad, pero no supiste mirarme nunca para descubrir tu error. Y, ¿Acaso sabes tú lo que es la lujuria, filósofa de cabecera de pacotilla? Si eras tu la que obligaba a mantener la cordura y la compostura en la cama. Y siempre te ha parecido mal que te hablase de cosas con lascivia al oído por si era pecado e íbamos al infierno y por tu culpa soy muda. Me molestaba tanto que no entendieses que la  lujuria es algo necesario. No es solo un deseo incontrolable de quitarte la ropa y empotrarte en una pared; es hacerlo despeinada, desordenada e impulsivamente y no vengas a decirme ahora que no te gustaba. No sabes cuanto me alegra saber que todo era porque antes de venir a mis brazos te saciaban otros. Menos mal que no tenia yo la culpa de todo a todas horas.
-¿No crees que soy irresistible?
-Creo que eres impertinente.
-Hasta luego entonces.
-Hasta luego no, adiós.