viernes, 10 de enero de 2014

Petite renarde.

Me recalan a veces tus humedades. Y más que eso, a veces me mojas. Yo se que no es lo que pretendes, pues mas frío en tus huesos ya no te cabe y herirme no sería más que empeorarlo. Pero al acercarme a intentar darte calor, ciertamente no encuentro más que eso: helor, helor y helor. Mas quisiera ser yo una hoguera constante para ti, pero de tanto querer ser, no soy mas que un cubito de hielo. Mas defectuoso. Y ante eso te conviertes tu en un incendio. Y me prendes rápida y violenta, consumiéndome como si fuera un cigarrillo reseco en un cajón de madera podrida y sabanas amarillentas sin usar por el tiempo. Yo hago lo mismo contigo, quiero consumirte. Y creo entonces que se puede echar de menos lo que nunca hemos tenido, ni mucho menos tendremos jamas. Acostumbrarse a no, a lo que a uno le toca, es complicado, pero tienes mi palabra de que cueste lo que cueste, estaré a tu lado toda la vida para ti. Si, si, para ti. Esto es una declaración de amor incondicional y eterno.
Y es que, ¿Como no quererte si te quiero? Porque un día, te quise siempre.