viernes, 7 de septiembre de 2012

Esta noche...

Lo cuento siempre en tercera persona y en pasado, tal como le paso. Serian las tres de la mañana, no, lo eran seguro, buena hora y no se podia dormir. Te juro que se que ella lo llevaba intentando desde las once y media que termino la partida de parchis con su abuela, pero tenia la cabeza que le iba a explotar y no podia. Primero cogio la Biblia, pero ya la habia leido y repasado. Sorprendentemente la aburria. No tenia musica, ni nada por hacer que la entretuviera y alejara de su cabeza, asi que cogio su libretita, escribio. Ya la casa dormia. No le preocupaban los acentos, que tambien descansaban (como para ella siempre, la verdad, tenia un problema con los malditos acentos), ni la calidad de lo que escribia. Por eso escribio. Con la promesa de no volver a leerlo, pues no le gustaria, se autocorregiria mil veces y despues nada. Pero se estaba deprimiendo ella sola, como todas las veces con sus filosofadas tristes, existencialistas y lo dejo un rato para inventarse otra cosa. ¡Ya lo tenia! En realidad, tardo mas en decidirse a hacerlo, que en planearlo. Dios... Cogio las llaves, la libretita y mas papel, y tras varias maniobras, comprobar mil veces que las respiraciones fuertes seguian en su sitio, abrir con llave una puerta, volver a la habitacion del guarda, al fin abrir la otra puerta que le quedaba, salir a la noche. Era perfecta. A partir de ahi fue mejor, no se comio mas la cabeza con que despertaran y la encontraran fuera de su cama. Era una de las pocas cosas que le gustaba de su forma de pensar: cuando estaba haciendo ya algo, no se sentia violenta con la sensacion de que podia salir mal, porque era consecuente de que lo hacia y sus consecuencias. Si la descubrian, de nada iba a servir que se hubiese estado martirizando mientras, tendria que aceptarlo. Luego, ¿Por que no iba a disfrutarlas plenamente mientras las hacia? Y punto. No se si lo he explicado bien, ella lo habria hecho mejor, pero confio en que se entienda un poco. Tenia una forma de razonar sobre eso epicureista. Una corriente griega. El caso es el mismo. Cogio un paquete de cerillas, tres cigarros y todo lo que le quedaba de noche. Ando. Hasta que encontro un sitio que le parecio perfecto para sentarse. No lo era, pero ella lo hizo especial. Ahora era suyo, lo habia decidido en ese momento. No otro, ese que iba a ser su complice el resto de su vida. Bien. El primer cigarro iba para los fantasmas que la atormentaban. Lo encendio solo para quemar con el los papelitos escritos que los representaban, y media libreta. Ciertamente, parecia una tonteria, pero se sintio mejor. El segundo era para su presente. Necesitaba ordenarse y se dio de tiempo un cigarro. Fue de los que mas le costo, porque habia cosas, que podrian ir mejor... A veces se necesitan dos oportunidades, al menos para pensar las cosas. Todas las que ya no iban a ser, las cosas que se dicen al calor de la ilusion y luego no. Que pronto se olvidan los pequeños detalles, por favor. Y que pronto se toman las decisiones que estan claras. Obvio. Ella decia que lo entendia, pero no tenia la menor intencion de compartirlo. No era tan malo, ni ella tampoco. ¿De tiempo? Le sobro la boquilla. "La gente quiere otra cosa ahora mismo. Ya vendran tiempos mejores que me entiendan, supongo. Que prisas, ¡Tengo 17 putos años!. No puedo reprochar absolutamente nada, cuando tienen razon" se dijo. Agradecia que se lo hibiesen dado a entender, en el fondo. Asi que gracias. El tercero era para saborearlo, si se puede decir asi. Se decia que no lo iba a hacer mas, que lo disfrutara que era el ultimo. Que no le gustaba el olor en las manos. Que para pensar tranquilamente no necesitaba eso. Que encontraria otra cosa, claro. Que no la iba a controlar nadie, y menos nada. Facil. Cuando le preguntaban, decia que le gustaban las ultimas caladas, las que casi queman los labios, pero no era para tanto. Si ella tenia igualmente el corazon siempre caliente. Aun con frio fuera. ¿Por que preguntas si lloro? Que tonteria. Pues claro que no. Bueno... No, no, que va. Del primero al ultimo estuvo firme. Tenia un monton de ganas. Y mas de que pasara el tiempo. Pero mas aun de desaparecer. Que cobarde. Mas, mas si cabe de dormir años y no pensar. Al tomar el camino de vuelta, todo estaba igual. Sus pasitos en la arena, la primera papelera, la segunda, la farola apagada, la lata intacta en el mismo sitio, la primera puerta, la segunda, su cama y todo durmiendo. Le vino muy bien ver que asi era el mundo real: real. Que nada iba a cambiar por ella y muy bien que hacia. En eso estaba la clave. Sabia que tenia que hacer. No tenia que irse asi, a la ligera, a Nunca Jamas, que luego una pierde la costumbre de como son las cosas aqui. Y no estaban tan mal. De hecho, ya no estaban mal. Ya tenia sueño y ganas de despertar por primera vez en mucho tiempo en la vida. Maduro en una noche. Y que noche... Iba a quererse, un poquito.

viernes, 11 de mayo de 2012

Tú no estás.


No bien se había recostado en la cama, cuando calló en un sueño muy profundo. Viajaba sumida (sumisa) en una discusión constante entre si merecia algún tipo de recompensa y cual, y por supuesto si se la darán. Y se pregunto: ¿Qué es esto que me pasa? ¿Quién eres por dios y dónde estabas?
Lo recordó un instante después de abrir tímidamente los ojos, acostumbrada a que hubiera alguien más en su cama, y lo olvido el resto de su vida. Para siempre jamás.
Fue sencillo. No podía en ese momento retener nada más porque todo su ser estaba ocupado digiriendo esas palabras que se le habían quedado clavadas la noche antes. Te quiero. Dios, ese sabor en el corazón que no sabía si era bueno o malo. Que no sabía...
Lo demás, parecía normal. La hora de despertar, (con toda la sábana para ella, cosa inédita) era justo la de siempre: tarde, aunque ella tenía la impresión de haber cerrado los ojos apenas un instante exactamente. Allí, en el vacío de su habitación solo la alegro pensar que no le daba tanto miedo la oscuridad. Al menos no más que la propia luz. El caso era que ahora no había ninguna de las dos cosas. Ni eso, ni mucho, ni poco, ni nada. Ni grande, ni pequeño, sino todo lo contrario y aquello si que le daba miedo. Busco obsesionada entonces esa cosa que la confundía, que no sabía si era muchas veces fruto de su imaginación, o existía en realidad: el olor a besos en la almohada. Y no estaba, pero porque no los había habido, así que lloró.
Oyó campanas, e inconscientemente en ese momento le hubiese gustado que fuesen por su funeral pero eran solo de misa de doce. "la religión es cosa de viejas" pensó, sorprendida de tanto prejuicio de oligofrénicos.
Salio a la calle, lo necesitaba. Compró cualquier cosa, y por primera vez en mucho tiempo al meter la mano en el bolsillo, sacó justo la moneda que necesitaba. No era buena señal y lo sabía: ya había gastado toda la suerte  de ese día...
Entró a desayunar al bar de los sábados de resaca, pero era domingo y no había bebido mas que incertidumbre toda la mañana, así que la camarera del "te pongo lo de siempre" supo que algo no iba bien. Lo descubriría muy pronto.  Cuando se acerco, le dijo muy claramente antes de que pudiera preguntarle qué quería: "vuelve a casa y quédate para siempre, hoy se que te echo de menos" para lo que la respuesta fue igualmente contundente "no", por lo que se fue con sus abrazos a otra parte. Sentada en el suelo de su cuarto, paso el resto del día desordenando sombra, algunos fantasmas de las navidades pasadas y otros pocos del presente. Se acabó. Pero aun así no se permitió verse llorar de nuevo ante el espejo. Y eso que le daba rabia reconocer que el pecado  de los Ángeles caídos fue el orgullo, que la llenaba ahora. Mentira. Era rabia.
Se apunto una frase que encontró por ahí:"te adoro porque me volviste puta" pero tampoco le dio mucha importancia, solo era ingeniosa, así que la tacho y en su lugar puso simplemente "Mm..." en francés. Mira que le gustaba el francés. Au revoir pues fue lo último.
El dolor que sentía, quería metérselo por donde le cupiese a más de uno. No era todo por su culpa, pero el caso era el mismo. Brindó, sóla, "para que el mundo se acabe justo cuando nos hayamos divertido suficiente y no antes"; intento no interrumpirse a ella misma diciendo que entonces ya estaba bien, y se fue a morir en silencio a un rincón.
Lo sentía todo. Era así.

lunes, 2 de enero de 2012

Mi escusa:

" La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca. "
Heinrich Heine