martes, 29 de julio de 2014

Quédame contigo. Déjate conmigo.

Ponernos una porno y quedarnos dormidas. Hacerle una foto al infinito y que salga movida. Movernos en la cama con juegos de Ícaro y prestidigitación. Escuchar la voz de tu conciencia en mi entrepierna como una reverberación. Y mirarnos con cara de extraño. Con cara de locas. Amanecer juntas sudando tras un sueño subido de tono. Un sueño orgiástico entre tu, yo y otras pocas.
Sentimientos serios como lanzarse a un acantilado, con un montón de rocas. Que el futuro sea un abismo con la forma exacta de tu boca. Un deleite táctil, suave, como dos cuerpos rozándose.
Un fetiche de madera en la mesilla de noche sin igual. Un cuadro de van Gogh en el que salgamos ambas al fondo con puro efecto ornamental. Zafarse de un beso con carácter retroactivo para después terminar haciendo el amor también de forma histriónica. Histérica. Libidinosa. Monomaniaca. Con un estrambótico clímax propio de los hermanos Grimm. Infinitamente apasionante. Un amor más bien propio de un anacronismo artificioso con tintes planos, prosaicos, pero paladeados. Ser genios fabulosos, ideales, pero mediocres. No, ser genios no, pero llenos de talentos.

Voilà ici Gretel la épopée de le premier amour. Tout ça c'est la vie ensembles pour toi et moi.